CAPÍTULO
1
Abrió los ojos. Miró a su alrededor.
Estaba en su cama, con las sábanas revueltas y empapada en sudor.
¿Qué había sido eso...? ¿Un sueño? ¿Una pesadilla? No... eso lo
había vivido. Sí. Había soñado con un recuerdo. El recuerdo de la
primera alma que capturaron. Ha pasado tanto tiempo desde entonces...
Miró el reloj-despertador de su
mesita. Eran las 7. ¡Demasiado temprano para ella...! De todos
modos, decidió levantarse ya. Se dirigió a la ducha. Se tomó su
tiempo, para tratar de sacudirse ese sueño.
Media hora después, estaba fuera. Echó
un vistazo a la habitación de los chicos. Hans estaba en su cama,
roncando, a pierna suelta... Pensó, con una risita tonta, en hacerle
una foto, pero no fue tan ruin. Miró en dirección a la cama de
Zack. No estaba. Qué raro...
-¡Bu! -oyó una voz desde atrás y
notó una mano en el hombro.
-¡AAAHH! ¿Pero qué diablos te pasa,
Zack? ¿Eres tonto o pellizcas cristales, eh? -Tryzz dio un bote y
dio un pequeño grito.
-¡Ssshh! Vas a despertar a Hans -Zack
se puso un dedo sobre los labios, para indicar silencio.
-Bueno, ¿y qué si le despierto? Ya va
siendo hora... hoy os toca a vosotros preparar el desayuno, o ¿ya lo
has olvidado?
-Claro que no Tryzz. ¿Porqué te crees
que estoy despierto ya, eh? Es solo que... ayer Hans se quedó
despierto hasta tarde y...
-Pues que se aguante. Tiene que
aprender a asumir responsabilidades -dijo Tryzz enfadada.
-Vale, vale, pero a mi no me muerdas
-dijo Zack poniendo las manos en alto. -Pero no le despiertes
bruscamente. Recuerda que en ese aspecto sois iguales, si le
despiertas de mala manera, serás tú quien no podrá empuñarle
luego.
-Si si, tranquilo. Sé como debo
despertar a Hans.
Tryzz, que todavía llevaba la toalla
en la cabeza para secarse el pelo, se la quitó. Se sacudió el pelo
con ella y luego movió un poco la cabeza para ponerlo en su sitio.
Se puso la toalla alrededor del cuello y se fue a la cama de Hans.
-Tú ve a preparando el desayuno, ahora
te mando a éste.
Zack, con una sonrisa, fue hacía la
cocina.
Tryzz suspiró, y se armó de paciencia
para despertar al bello durmiente Hans.
-Hans... levanta... Hay que empezara
moverse, venga... -le dijo ella mientras le sacudía muy suavemente.
-Mmmm... cinco minutitos más mami...
-Ts... ¿será posible? -dijo ella
indignada...
Se marchó al cuarto de baño, para
peinarse en condiciones. Al cabo de cinco minutos, volvió a la
habitación de los chicos. Segundo asalto, pensó ella.
-Venga dormilón, ya han pasado cinco
minutos... ¡Arriba!
Esta vez, Hans empezó a removerse
levemente. Se incorporó y se frotó los ojos, algo desorientado.
-¿Que... que hora es?
-Son casi las ocho. ¡Arriba! -Tryzz se
dirigió a la puerta. -Ah, tu hermano me ha dicho que ayer estuviste
levantado hasta tarde. Sabías que hoy tenías que levantarte
temprano.
Al oír eso, Hans se despertó de
golpe. Se encogió de hombros, como siempre que hacía cuando Tryzz
le reprimía, pero a la vez cerraba los ojos, como con temor. Tryzz
era temible cuando se enfadaba...
-No me voy a enfadar, hoy estoy de buen
humor. Pero... -le lanzó la toalla mojada a la cara, que todavía
llevaba alrededor del cuello -que no vuelva a pasar. Vístete y
cambia las sábanas. Las mías también. A ver si haces algo por la
patria, chaval. Hoy tenemos que ponernos las pilas, ¡así que
espabila!
Hans esbozó una amplia sonrisa.
Asintió y Tryzz respiró aliviada, sabiendo que, durante todo el
día, el rubiales estaría de buen humor. Empezó a canturrear, como
siempre hacía para iniciar las tareas. Ella se dirigió a la cocina,
con la intención de ayudar a Zack, pero ya estaba todo hecho.
-¡Zack! Creo que es oficial: te adoro.
-Jajajaja. Tampoco es para tanto,
Tryzz. Empieza tú si quieres, yo también quiero darme una ducha.
Asintió con la cabeza mientras Zack iba a la otra ducha. Se sentó
en la mesa.
No le gustaba desayunar en silencio.
Fue hacía el reproductor de música y seleccionó la música
relajante, para irse despertando tranquilamente.
Lo primero de todo era un gran vaso de
zumo de naranja recién exprimido. Ah, hay que ver cómo la consentía
Zack... Sabía exactamente como le gustaba el zumo, así que siempre
que debía preparar él el desayuno, cuando ella llegaba a la mesa,
el zumo estaba en la mesa, en la jarra correspondiente y colado, como
a ella le gustaba. Se sirvió el vaso hasta arriba, le puso azúcar y
mientras removía, se puso a pensar. Hoy había que ir a clases. Pero
era día de recolecta. Habría que ver si había algun encargo
interesante...
Cuando se terminó el primer vaso de
zumo y se disponía a servirse medio más, escuchó como Hans salía
de la ducha, canturreando como siempre. Eso puso de buen humor a la
chica de la melena azul. Si Hans canturreaba, era buena señal. Vio
como el rubio iba al armario y cogía sábanas limpias para
cambiarlas. Respiró tranquila y siguió desayunando
Al rato, vio como ambos gemelos
cuchicheaban algo y se sentaban en la mesa.
-Anda, si que te has dado prisa... dijo
Tryzz sorprendida.
-Pues claro. El olor a café recién
hecho me llama, pequeña... -dijo Hans guiñando un ojo.
-¿Seguro? ¿No se lo habrás
encasquetado a él, verdad? -dijo ella molesta mientras señalaba a
Zack, a la vez que se servía un gran cuenco de leche con cereales de
chocolate
-Solo me ha ayudado con la tuya por ser
más grande, ¡palabra!
-Mmm... -le miró dubitativa, pero
sabía que era verdad.
-Y tranquila, que también me he
acordado de abrir las ventanas para ventilar las habitaciones aunque
no me lo hayas dicho – dijo Hans orgulloso de si mismo.
-¡Vaya! ¡Eso SÍ que es una sorpresa!
-dijo Tryzz realmente sorprendida.
-Ala, como te pasas conmigo... -dijo el
pobre rubito mientras fingía un gimoteo.
-Venga Tryzz, no te pases tanto, si en
realidad es buen chaval... Ya lo sabes -dijo Zack, al rescate de su
hermano.
-¡Pero como os ponéis los dos de
buena mañana! Sabéis que soy así... ¡Hay que ver! -dijo ella,
encogiéndose de hombros.
Ambos chicos se miraron y sonrieron,
porque si ella se metía de ese modo con ellos, era señal de que
estaba de buen humor. Continuaron desayunando mientras el suave
sonido de la música les acompañaba.
Al terminarse ella las galletas caseras
que había hecho la noche anterior expresamente, se levantó.
-Mientras termináis, pondré una
lavadora. ¿Tenéis ropa sucia, además de las sábanas?
-Donde siempre, madame -dijo Hans.
Ella sonrió y se encaminó al
lavadero. Cogió la ropa de los cubos y se puso manos a la obra.
15 minutos después, cuando ella ya
había terminado y se había pasado por el baño para lavarse los
dientes y terminar de prepararse, los chicos terminaban de desayunar
y Hans se disponía a lavar los cacharros. Zack le ayudó.
Tryzz se les quedó mirando sin decir
nada, asombrada. Realmente estaban de buen humor. Hoy sería un buen
día.