Las heridas del corazón son las que más duelen. Son las que no se ven, las que nadie conoce. Las que todos pasan por alto. Esas heridas de batalla se quedan ahí, y parecen no marcharse nunca, verdad?
Y quizás desees no haber pasado por eso. Desearias no haber querido, no haber deseado, no haber tocado... Desearías que aquello no fuera lo mejor que hubieras tenido jamás. Pero, princesa, la vida no es un genio que conceda deseos.
Así que, coge todos esos deseos y lánzalos al fuego, que ardan, que ardan en el infierno!
Sobreponte a esas heridas de batalla. Crece, levántate y se más fuerte. Aunque parezca no que no vayan a desaparecer. Ese es el único modo de seguir siendo tú, de seguir siendo auténtico
Get over battle scars but will not go anymore. Be strong and perhaps cease to hurt so much
Cuando las ganas de escribir despiertan a la inspiración y la imaginación cobra vida...
sábado, 20 de julio de 2013
domingo, 30 de junio de 2013
Soul Hunter: 7
CAPÍTULO
7
-¿Así es como vamos a acabar, Hans…? –Zack había perdido cualquier
atisbo de brillo en sus ojos. Habían perdido la esperanza. Después de perder a
su familia, su casa… Solo se tenían el uno al otro.
-Zack… -Abrazó fuerte a su hermano. –Quiero que sepas que te quiero muchísimo. Gracias por haber cuidado siempre
de mi…
-Hans… -El moreno se sorprendió, y se pusieron ambos a llorar,
abrazados el uno al otro esperando su fatídico final. Ya no les quedaba nada,
estaban solos. Y entonces… Entonces, dejaron de sentir como la lluvia les
golpeaba. Alzaron la vista muy lentamente y se encontraron con la mirada de una
chica realmente bajita que sostenía un enorme paraguas. Era curioso verla.
Tenía una larga melena de color azul intenso y tenía unos ojos pequeños y del
color del más puro de los bosques. La miraban con atención.
-¿Qué hacéis ahí? Os vais a resfriar. Iros a casa. –Su voz era
seria y apenas mostraba el menor atisbo de preocupación. Sin embargo, ese gesto
les enterneció.
-No… no tenemos casa. No tenemos un sitio a dónde ir. Por eso… estamos
aquí. –El moreno hablaba de forma mecánica.
La chica se agachó para mirarles
directamente a los ojos. Más o menos tendrían su edad, pero estaba claro que
eran más altos que ella. Uno era moreno, el otro rubio. El moreno tenía los
ojos verdes y el rubio, azules. Pero aun así, se parecían muchísimo. Y algo en
ellos le llamó la atención. En los ojos de ambos se vio reflejada. Hacía poco
que ella misma había perdido a su familia. De un modo u otro, le dieron algo de
pena.
-Entonces… venid a mi casa. Al menos hasta que deje de llover. No puedo
dejaros aquí… -sacó un paraguas enano de su bolso y les tendió el grande
que estaba sosteniendo hasta entonces.
Los chicos se miraron sin poder
creerlo. ¿No iban a morir…?
La chica se puso de pie, musitó un
leve “seguidme” y no volvió a hablar hasta que llegaron a su casa. Los dos
hermanos no dejaban de mirarle, sintiendo una gran curiosidad.
Cuando llegaron al apartamento,
ella dejó las bolsas de la compra que estaba cargando y fue a buscarles un par
de toallas para que se secaran. Se quitaron los zapatos y les enseñó dónde
estaban las duchas.
-Cuando terminéis, id a esa habitación. –Señaló una habitación del
fondo del pasillo. -Hay algo de ropa de
mi padre, supongo que algo os podrá servir. Luego ya veremos que hacemos, pero
lo primero es una ducha bien caliente.
Cada uno fue hacia una ducha, pero
siguieron en contacto por telepatía. No dejaban de sorprenderse por la suerte
que habían tenido de encontrar a alguien que, al menos, les había resguardado
de la lluvia, les había ofrecido una ducha caliente y ropa limpia y seca. Y lo
más importante, les había salvado de morir ahí mismo.
Mientras se duchaban, la chica
empezó a cocinar algo. Se notaba que hacía días que esos chicos no comían nada.
Sin embargo, sus acciones eran mecánicas. Desde que había tenido que presenciar
la muerte de sus padres hacía ya dos meses a manos de las brujas, no había
vuelto a ser la misma. Lloró mucho ese día y siguió llorando hasta el día del
entierro. Y luego, no lloró más. Sencillamente, no quedaban más lágrimas ahí
dentro. Pero se había vuelto más fría. Sus ojos no mostraban expresión ninguna.
Y lo peor, no había vuelto a sonreír, había olvidado cómo se hacía y sentía que
no tenía motivos para ello.
Al poco rato, oyó como las puertas
de los baños se abrían, al unísono. Se dirigieron a la habitación para vestirse
y ella se concentró en terminar de cocinar.
Salieron y se dirigieron con paso
lento a dónde estaba ella, que acababa de poner la mesa en ese momento. Les
había preparado un auténtico banquete, había de todo. Los chicos abrieron mucho
los ojos y se les hizo la boca agua solo con ver la mesa.
-Venga, sentaos, que no muerdo. Comed lo que queráis. ¿Cuántos días
hace que no coméis nada…? –El rubio levantó una mano y mostró tres dedos. –Eso es terrible. Pues venga, a comer. Se
sentó en la mesa en silencio mientras comía tranquila. Por su parte, los
gemelos casi devoraban la comida. No sabían si era porqué llevaban tanto sin
comer o porque realmente estaba rico, el caso es que devoraron casi todo lo que
había en la mesa a una velocidad de vértigo. La chica se sorprendió.
-¡Sí que teníais hambre…! –se levantó de la mesa y se sentó en el
sofá, haciéndoles un gesto a los chicos para que se sentaran cerca. –Bueno… Ahora, ¿vais a contarme qué ha
sucedido? Creo que es lo mínimo, después de… todo, vaya.
Los hermanos se miraron y
asintieron a la vez. El moreno empezó a relatar la historia.
-Nos llamamos… Hans y Zack Hanzo. Somos gemelos. Hace dos semanas nos
fuimos a dar un paseo, jugando por los bosques, lo normal. Al volver a nuestra
casa, estaba todo destrozado. Todo fuera de sitio, todo roto, desordenado… el
más tremendo de los caos. La policía ya estaba ahí y nos decían que no podíamos
pasar. ¡Pero era nuestra casa! Nos dejaron esperando fuera durante una hora. El
inspector vino a buscarnos y nos dijo que el estado en el que había quedado
nuestra casa no era el único desastre. Toda nuestra familia había muerto,
asesinada. Insistimos con que queríamos verlo por nosotros mismos. El inspector
se resignó, pero accedió. Nos guió hasta la habitación de nuestros padres y… -el
moreno no pudo seguir hablando, se le cortó la voz.
-Los cuerpos de nuestros padres y de nuestra hermanita pequeña yacían
en el suelo, inertes, fríos y encharcados en su propia sangre… -siguió
hablando el rubio, gimoteando. –No
podíamos creerlo. Caímos al suelo de rodillas y nos quedamos un buen rato
abrazados el uno al otro llorando… El policía nos preguntó si teníamos a algún
familiar que pudiera hacerse cargo de nosotros, y dijimos que si, porqué
realmente lo pensábamos. Varios hermanos de nuestra madre vivían por la zona.
Pero, cual fue nuestra sorpresa al ver que todos y cada uno de nuestros tíos y
tías nos cerraban la puerta en las narices, diciéndonos que su muerte era
nuestra culpa… -el rubio empezó a sollozar, sin poder hablar más.
-¡Nuestra propia familia nos abandonó… -Al moreno le costaba
controlar la voz. -Desde entonces,
vagamos por las calles, tan solo esperábamos nuestro final y… -miró a la
chica, sinceramente agradecido- y
entonces has aparecido tú.
La chica les miró con curiosidad.
Lentamente se levantó del sillón y les miró muy sería. Puso una mano en sus
hombros.
-Nunca hay que perder la esperanza chicos. En algún lugar, siempre
habrá alguien que se preocupe por vosotros, no estáis solos. Yo ahora cuidaré
de vosotros, así que… No perdáis la esperanza, Zack y Hans Hanzo.
Les abrazó para tratar de
confortarles, pero se emocionaron tanto por aquello que se echaron a llorar,
abrazándola y dándole las gracias. Se quedaron abrazados los tres hasta que se
calmaron. Luego les señaló la misma habitación dónde se habían vestido antes.
-Chicos, ha sido un día largo y cansado para todos, mejor nos vamos a
dormir pronto. Por hoy, dormid ahí, mañana ya empezaremos a movernos. Pero creo
que los tres necesitamos un descanso. Dormid bien, hermanos Hanzo.
Salió de la cocina lentamente y se
metió en una de las habitaciones para dormir. Los chicos, sorprendidos, se
fueron a la habitación. Al meterse en la cama, empezaron a llorar de felicidad,
y así se durmieron.
Hans abrió los ojos. “Yo tampoco
olvidaré nunca ese día…” Al fin, consiguió dormirse, con una sonrisa tranquila
en su rostro.
viernes, 19 de abril de 2013
Soul Hunter: 6
CAPÍTULO
6
Tryzz se revolvía incómoda en la
cama, una terrible pesadilla la acechaba. Su subconsciente no dejaba de
recordarle una y otra vez como el triple asesino había conseguido pillarla
desprevenida y casi la ahorcaba. Dolía, no podía respirar. Se despertó
llorando. Había pasado mucho miedo. Gracias a los Dioses que sus chicos siempre
estaban ahí. Era perfectamente capaz de luchar cuerpo a cuerpo, pero aun así…
Durante un instante, un recuerdo
fugaz pasó por su mente. Por un segundo, pensó en rendirse. Echaba de menos a
sus padres y pensó que si se rendía, volvería a verles. Pero el grito de Zack
empuñando a su hermano le devolvió a la realidad y recordó que precisamente por
ellos, no podía rendirse. Por sus padres, por sus chicos… Debía seguir
adelante.
Volvió a tumbarse en la cama, pero
le fue imposible conciliar el sueño. Salió de la cama enfurruñada y resignada.
Se tapó con su batín y se fue a la cocina para prepararse un tazón de leche
calentita.
Se sirvió leche hasta arriba y le
añadió cacao. Bastante. Esbozó una sonrisa. Le encantaba el chocolate. Todavía
tenía los ojos medio cerrados, así que la cuchara se resbaló y cayó al suelo,
haciendo ruido. Cerró los ojos fuertemente, esperando no haber despertado a los
chicos, que se merecían un buen descanso. Pero no hubo suerte. Al rato, el
rubio salió de su habitación bostezando y rascándose la nuca.
-Perdona, ¿te he despertado…?
–Tryzz le miró con aire arrepentido.
Hans negó con la cabeza.
–Tranquila, hace un buen rato que me he desvelado.
La chica suspiró aliviada. Volvió
a su tazón, luego miró al chico. -¿Quieres uno? –le mostró una de sus sonrisas
más dulces. Hans asintió con una gran sonrisa mientras se dejaba caer en el
sofá.
-Oye… -Tryzz empezó a hablar
mientras preparaba otro tazón de leche como suyo. Les gustaba la leche del
mismo modo, en eso eran iguales. –Esta noche has estado genial, Hans. Gracias
por todo.
Puso los tazones a calentar. El
rubiales se soltó una suave carcajada. El microondas pitó, avisando de que ya
estaba y la chica cogió los tazones con cuidado y le dio el suyo a Hans.
-Tryzz, somos un equipo, ¿verdad?
Estamos juntos en esto –alzó su puño, victorioso.
La chica asintió y soltó una
risita. Era cierto, eran un equipo. Bebió de su tazón, dejando que la calidez
de la leche y la dulzura del chocolate la invadieran y la calmaran. El rubio
hacía lo mismo. Se terminaron el tazón sin decir nada más, algo más tranquilos.
Hans llevó los tazones hacia el fregadero. Tryzz se había quedado recostada en
el sofá, a punto de dormirse.
-Oye, bella durmiente, vete a la
cama –Hans la sacudió suavemente. La chica abrió los ojos, fastidiada. Extendió
el brazo, dándole a entender al rubio que le ayudara a levantarse. Captó el
mensaje y le ayudó. La chica se llevó una mano al cuello, instintivamente,
frotándolo con suavidad.
-¿Te duele? –preguntó él. Ella
asintió levemente. –Déjame ver, anda… -le echó un vistazo y puso mala cara. -Te
quedará marca durante varios días, pequeña. Menuda bestia…
Asustada, Tryzz corrió al cuarto
de baño para mirarse el cuello. Hans la siguió, algo preocupado. Se miró en el
espejo y… ¡Qué horror! Tenía el cuello enrojecido y algo hinchado, y se veían
claramente las marcas de la cuerda. Al verlas, recordó lo sucedido y se echó a
llorar en los brazos de su rubio.
-Hans… Estaba asustadísima… No
podía moverme… -El pobre la abrazaba sin saber qué decir ni qué hacer. –E
incluso, por un segundo… pensé en abandonar…
-Eh. Eso nunca, pequeña. –La
estrechó fuerte entre sus brazos. -¿Recuerdas el día que nos conocimos?
¿Recuerdas que nos dijiste, eh? Nos miraste muy seria y dijiste: “Nunca perdáis
la esperanza, chicos. Siempre…
-Siempre habrá alguien que se
preocupe por vosotros, nunca estaréis solos –ella terminó la frase.
-Eso es. Pues bien, no pierdas
ahora tú la esperanza, Tryzz. Zack y yo estamos a tu lado, pase lo que pase.
La chica se emocionó al oír
aquello, sus ojos volvieron a inundarse de lágrimas. –Es que… ¡les echo mucho
de menos…! –El chico sabía que se refería a sus padres, aunque no dijera nada.
-¡Pensé que podría volver a verles…! –su llanto se hizo más fuerte.
-Tryzz… Los que se han ido no
pueden volver. Lo sabes tan bien como lo sabemos mi hermano y yo. Pero… -le
acariciaba el pelo tratando de calmarla –no estamos solos. Nos tenemos los unos
a los otros. Tenemos a los chicos de la sociedad. Y por los que se han ido, por
aquellos que han caído, por ellos hay que seguir… porque nunca tendrán esa
oportunidad, y hay que aprovechar cada segundo, el tiempo es oro. –Le levanta
la cabeza para que le mire y se pone serio –Así que no quiero que vuelvas a
pensar en algo así. ¿Qué dirían tus padres si te rindieras ahora, eh?
Aquello la hizo reaccionar. Hans
tenía razón. Sus padres… Habían sido su mayor apoyo, siempre a su lado para lo
que fuera. Y era gracias a ellos que muchas veces conseguía cosas que ni ella
misma creía que podía llegar a conseguir. Sus padres siempre se habían sentido
muy orgullosos de su hija. “Es muy valiente”, decía su padre. “Nunca se rinde”,
decía su madre. ¿Qué pensarían si la vieran así…? ¡Se sentirían tan
decepcionados…! Alzó la cabeza, con aquella determinación grabada a fuego en
sus ojos que la caracterizaba y sonrió.
-Gracias, Hans. Estás que te sales
hoy –le dio un codazo amistoso.
Él negó con la cabeza esbozando
una de sus particulares sonrisas. El rubio tenía una de esas sonrisas capaces
de iluminar incluso al más oscuro y corrompido de los corazones.
-Para eso estamos, encanto. Y
ahora a dormir. Mañana nos toca descansar, pero aun así no nos conviene estar
despiertos a estas horas…
La chica asintió y tras darle las
buenas noches, pudo conciliar el sueño con tranquilidad.
Pero el rubio no tenía tanta
suerte. Se volvió a su habitación, dónde su hermano dormía tranquilamente. Al
rato, el moreno empezó a murmurar en sueños. Hans sintió curiosidad. Mediante
la telepatía se metió en su mente para ver con qué soñaba. ¡Qué sorpresa, justo
cuando había estado hablando de eso con ella…! Pudo verse a sí mismo y su
hermano hacía un tiempo, en la calle y empapados. Eso era cuando hacía poco más
de dos semanas que lo habían perdido todo. Llevaban una semana en la calle y
más de tres días sin comer. La gente les miraba con carita de pena, murmuraban
“pobres niños”, pero no se molestaban en ayudarles. Una súbita lluvia empezó a
caer de repente, implacable, golpeando sin piedad. Se quedaron acurrucados
entre dos grandes cajas de madera, el uno junto al otro… Su hermano soñaba con
el día que conocieron a Tryzz.
lunes, 8 de abril de 2013
Ese día...
Vueltas y más vueltas... Los humanos somos caprichosos y cabezotas por naturaleza, y cuando algo no nos gusta, solemos darle más vueltas de la habitual, porque nos parece imposible que algo no pueda salir como habíamos previsto.
"¿Porqué? Si tendría que haber salido bien... Todo estaba planeado"
Pues algún error debiste cometer, las cosas son así.
Y nos negamos a aceptar la realidad. Seguimos negando lo evidente, protegiéndonos. Lo que no vemos es que, de este modo, solo conseguimos hacernos más daño. Así que, echamos a correr, huimos porque no podemos con los hechos, caen sobre nosotros con demasiada crueldad.
Pero, llega un punto en el que hemos corrido tanto, tan lejos, que no sabemos dónde estamos ni quienes somos. Cada cual tiene sus valores y sabe como es... pero es en ese momento cuando te lo cuestionas todo. "¿Realmente soy así de cobarde? Voy a seguir huyendo de la realidad toda la vida?"
Entonces, tratas de enfrentarte a todo eso. Coges aire, le echas valor... Y vuelves a huir, sintiéndote incapaz de todo. Y, esto es un círculo vicioso que cuesta romper.
Sin embargo, llegará un día en el que, sorprendentemente, no te costará aceptar la realidad. Todo será mucho más sencillo. Cuando llega ese día, sabrás que has crecido, que has madurado y que, por supuesto, sin lugar a dudas, te has hecho más fuerte.
Lo malo es que para que llegue ese día tendrás que llevarte muchísimas decepciones antes. Deberán romperte el corazón en incontables ocasiones, te llevarás las palizas psicológicas más duras que jamás conocerás, recibirás puñaladas desde donde creías que jamás podrías recibirlas...
Pero cuando ese día llegue, estarás preparado para lo que sea.
Well, here I am. I wonder when this day will come for me. I even deserve it? Who knows? But minewhile, I'll wait, 'cause the life will not let me fall again...
"¿Porqué? Si tendría que haber salido bien... Todo estaba planeado"
Pues algún error debiste cometer, las cosas son así.
Y nos negamos a aceptar la realidad. Seguimos negando lo evidente, protegiéndonos. Lo que no vemos es que, de este modo, solo conseguimos hacernos más daño. Así que, echamos a correr, huimos porque no podemos con los hechos, caen sobre nosotros con demasiada crueldad.
Pero, llega un punto en el que hemos corrido tanto, tan lejos, que no sabemos dónde estamos ni quienes somos. Cada cual tiene sus valores y sabe como es... pero es en ese momento cuando te lo cuestionas todo. "¿Realmente soy así de cobarde? Voy a seguir huyendo de la realidad toda la vida?"
Entonces, tratas de enfrentarte a todo eso. Coges aire, le echas valor... Y vuelves a huir, sintiéndote incapaz de todo. Y, esto es un círculo vicioso que cuesta romper.
Sin embargo, llegará un día en el que, sorprendentemente, no te costará aceptar la realidad. Todo será mucho más sencillo. Cuando llega ese día, sabrás que has crecido, que has madurado y que, por supuesto, sin lugar a dudas, te has hecho más fuerte.
Lo malo es que para que llegue ese día tendrás que llevarte muchísimas decepciones antes. Deberán romperte el corazón en incontables ocasiones, te llevarás las palizas psicológicas más duras que jamás conocerás, recibirás puñaladas desde donde creías que jamás podrías recibirlas...
Pero cuando ese día llegue, estarás preparado para lo que sea.
Well, here I am. I wonder when this day will come for me. I even deserve it? Who knows? But minewhile, I'll wait, 'cause the life will not let me fall again...
martes, 2 de abril de 2013
Soul Hunter: 5
CAPÍTULO 5
Cenaron con calma y tranquilidad. Todos necesitaban cierta
concentración, algunos más que otros. Tryzz acabó de darle los últimos retoques
a Hans, quien estaba hecho un flan.
-Creo que he olvidado como caminar. Y no me refiero solo a
los tacones. Creo que lo he olvidado todo.
-¡No seas bobo! Lo harás muy bien. Has practicado duro esta
tarde. El resto déjamelo a mi. Esa sabandija no se nos escapará.
Le maquilló un poco, solo para que no se notara tanto esa
expresión dura de chico.
Salió del baño para encontrarse con Zack:
-Recuerdas lo que te he dicho antes, ¿verdad? Va muy en serio
Zack. Tu hermano ha hecho un esfuerzo descomunal. Espero lo mismo por tu parte.
El moreno asintió. Ya se había mentalizado de ello, pero no
sabía la impresión que le daría ver a su hermano de ese modo. Aun así, se
jugaba mucho si se reía…
Era la hora.
Salieron de su casa dos horas antes de la hora establecida,
para llegar al lugar con tiempo.
Peinaron y rastrearon la zona. Al cabo de casi una hora, vieron una
chica rubia. Parecía algo asustada y miraba alrededor con los ojos muy
abiertos. Tryzz se dio cuenta de ello.
-Hola. ¿Esperas a alguien? –esbozó una de sus más amplias
sonrisas.
-Pu-pues si…
-Mira, sé a quién esperas. Es mejor que te vayas. No te
conviene estar por aquí…
-¿Sa-sabes quién es…? –no daba crédito a sus oídos.
-No debes estar aquí. Huye mientras aún estés a tiempo.
-¿Quiénes sois…?
-Somos de la sociedad de almas. Este no es un lugar seguro.
Vete a tu casa, ahí no podrá hacerte nada.
-¡La sociedad de almas…! –Era una sociedad famosa, conocida
en casi todo el mundo. La chica palideció y salió de ahí corriendo como alma
que llevaba el diablo. –¡Gracias! –se pudo oír su voz débilmente mientras se
alejaba. Tryzz esbozó una sonrisa. Realmente, disfrutaba de su trabajo. Ahora
solo quedaba esperar…
Cuando se acercaba la hora, empezaron a oír pasos. Tryzz
miró seria a Hans. Habían trabajado muy duro para ese momento.
-Es la hora, rubito. Ya sabes qué hacer… ¡Que empiece el
espectáculo! –Zack y Tryzz fueron a esconderse mientras que Hans se dirigía al
callejón en cuestión. Zack se fijó en su hermano. Realmente, si no sabías quien
era, parecía una chica…
-In-increíble… Tryzz, realmente sabes hacer magia… ¿Cómo has
conseguido que…? –hablaba en susurros.
-Insensato, te dije que no me subestimaras –esboza una
sonrisa. Dejan de oír los pasos. Dirigen su mirada hacia el callejón y vieron a
un hombre parado de pie mirando a Hans, que estaba de espaldas. Zack se puso
muy recto.
-Tryzz, es él. Siento la energía que desprende. No hay duda.
Estamos ante el triple asesino.
Ella se limitó a asentir y a sonreír.
-A mi señal, Zack –el interpelado asintió y observaba la
escena.
-Hola guapa. Soy quién te ha hecho venir. ¿Me esperabas…? –la
asquerosa voz de aquella bestia inundaba el callejón.
-Hola, señor. Le estaba esperando, en efecto. –Hans puso voz
de falsete con la esperanza de que sonara más aguda. Consiguió engañarle.
-Verás, preciosa… -le puso una mano en el hombro y le hizo
girarse. Al verle, su expresión de pederasta cambió al completo horror.
-Tú… ¡Tú eres un tío! –se dispuso a marcharse, pero Hans se
lo impidió. Le agarró por el cuello con el brazo, el cual se convirtió en el
fino filo que era su espada.
-Oh, ¿A dónde crees que vas?
Tryzz hizo un movimiento de cabeza. Zack se transformó en
silencio y sin hacer ruido, acorralaron al triple asesino por detrás.
La bestia consiguió zafarse, llevándose un corte
considerable en la cara. Se disponía a huír, cuando Tryzz le barró el paso, con
Zack en su mano.
-Oh, ¿se va a ir tan pronto? –esbozó una sonrisa burlona.
Acto seguido se puso seria. -¡Triple asesino! Soy la usuaria de las katanas de
la muerte japonesas, Tryzz. Y esta noche, ¡me quedo con tu alma!
Al instante, Hans se transformó, ante la atónita mirada del
asesino y se puso en la mano libre de la chica. Les empuñó como solo ella sabía
hacerlo y antes de que tan siquiera pudiera reaccionar, se abalanzó sobre él,
propinándole una serie de severas estocadas que el asesino esquivaba con
dificultad. Por desgracia, el asesino era rápido, y consiguió huír. Tryzz salió
disparada tras él, sin perderle la pista en ningún momento. Es rápido, pensó
ella. Igual que el profesor… Esbozó una sonrisa y aumentó la velocidad.
Pronto se encontraron de nuevo en un callejón. Sin duda, era
una bestia de costumbres. La esperaba. Se puso a dar vueltas a su alrededor.
Era condenadamente veloz. En un descuido, consiguió ponerse tras ella. Sin
perder un segundo, puso su cuerda en su cuello y empezó a tirar, con la clara
intención de ahorcarla.
-No debiste meterte dónde no te llaman. Condenada sociedad…
No eres mi tipo pero… ¡contigo haré una excepción! –tiró de la cuerda con más
fuerza.
Tryzz soltó a las espadas para llevarse las manos al cuello,
tratando de separar la cuerda de su cuerpo. Era muy fuerte, la tenía bien
agarrada. Su cuerpo se paralizó y no podía hacer nada. Zack se destransformó y
cogió a Hans. Le asestó una fuerte estocada en el estómago, hundiendo el filo
de su hermano en sus asquerosas tripas. El tipo soltó el agarre, gritando de
dolor y llevándose las manos a la barriga y Tryzz cayó al suelo, tratando de
recuperar la respiración. Hans volvió a su forma humana también para ayudarle a
levantarse. Se levantó como pudo, el tipo seguía en el suelo, retorciéndose de
dolor.
-¡Zorra…! ¡Me las pagarás…! –trató de levantarse, pero no
pudo.
-Déjame que lo dude. –alzó las manos y sus chicos volvieron
a sus formas de espada rápidamente. Cortó la cuerda en dos. El pobre diablo se
puso a gritar como si le hubieran partido las piernas. Puso un pie en su
horrenda entrepierna y pisó con fuerza. Se puso a gritar como un cerdo.
Disfrutó de esa expresión durante un segundo. Acto seguido, cruzo sus espadas
en alto.
-Triple asesino, ¡he dicho que me quedo con tu alma! –Clavó ambos
filos en su corazón, matándolo al instante.
Sacó las espadas. El cuerpo del asesino empezó a
desfigurarse, formando líneas rojas y negras. Al final, solo quedaba su alma,
levitando. Tryzz suspiró aliviada. Seguía algo dolorida, así que apenas terminó
el combate sus piernas le fallaron y se dejó caer en el suelo. Los chicos
volvieron a sus formas humanas, preocupándose por ella.
-Tryzz, ¿estás bien? –la chica respondió asintiendo con la
cabeza, tosiendo todavía y llevándose las manos al cuello. Con un leve
movimiento de cabeza, señaló el alma y luego miró a Hans.
-Rubio… Te la has ganado –sonrió débilmente.
El rubiales esbozó una amplia sonrisa. Cogió el alma entre
sus manos y empezó a apretar hasta que se introdujo en él. Una suave luz roja
le envolvió durante un segundo.
-¡Si! –exclamó Zack contento. ¡La actuación de esta noche ha
sido todo un éxito!
Los tres sonrieron. Tryzz trató de ponerse de pie, pero Hans
la cargó en su espalda y se fueron hasta el apartamento. Por el camino, Zack se
dio cuenta de que su querida usuaria se había dormido.
-Pobre. Está agotada… -sonríe. –Buen trabajo el de hoy,
hermanito. Has estado sensacional. Te dije que saldría bien.
-Ha sido un trabajo en equipo –le guiñó un ojo.
Al llegar, acostaron a Tryzz. Zack ayudó a su hermano a
quitarse toda la parafernalia que llevaba encima y nada más acostarse, se
durmieron enseguida, agotados pero con una sonrisa en sus labios.
miércoles, 9 de enero de 2013
Soul Hunter: 4
CAPÍTULO 4
Se encaminaron hacía su apartamento con el habitual ritual.
En esta ocasión, era más importante que nunca llevarlo acabo. Tryzz necesitaba
todo el silencio y tranquilidad del mundo para poder prepararse adecuadamente.
Al llegar a casa, los hermanos Hanzo sabían lo que debían
hacer. Sabían que Tryzz era alguien de costumbres, y de ahí no la saques.
Sabían que Tryzz subiría a la azotea con la música a todo volumen. Sabían que
no bajaría hasta la hora de comer. Y sabían que si la comida no estaba lista
cuando ella bajara, se armaría una gorda y no podrían estar en sintonía esa
noche.
Tal y como ellos sabían, Tryzz subió a su azotea. Tal y como
ellos sabían que haría, puso la música a todo volumen. Lo que ellos no sabían
era lo que hacía Tryzz ahí arriba. Y jamás lo sabrían. Era otra de sus manías.
La azotea era su particular refugio, su santuario, por así
decirlo. Los Hanzo sabían que nunca debían subir, aunque ella no se lo hubiera
dicho nunca. El espacio estaba preparado como una pequeña ciudad. Había paredes
y vallas, muros…
La música empezó a sonar y ella empezó a trepar por las
vallas, al son de la música. Se abalanzaba contra las paredes solo para poder
girar usándolas de apoyo.
Saltos, más saltos, piruetas… Era verdaderamente espectacular
verla. Pero nadie la veía. Era su entrenamiento particular. Y si había alguien
con ella, no serviría de nada.
Empuñó dos espadas de madera para simular a sus chicos, y
empezó a hacer lo mismo de antes. Hacerlo sin espadas era más sencillo, por eso
debía hacerlo cuanto más complicado mejor.
Estuvo ahí arriba durante 3 horas…
Por su parte, los hermanos Hanzo se dedicaron a hacer alguna
que otra tarea de la casa, sin preocuparse demasiado por la chica de la melena
azul.
Al cabo de una hora, mientras se hacía la comida, empezaron a
comentar la estrategia de esa noche.
-Hay que atraparlo mientras esté en el callejón, antes de que
mate a su siguiente víctima –dijo Zack con su habitual semblante pensativo.
-Habrá que acorralarlo… O hacer que no pueda atacar, pero que
tampoco pueda escapar… ¿Me explico? –dijo el rubio mientras se levantaba para
atender la comida.
-Me he perdido… ¿A que te refieres? –el moreno estaba
confuso.
-Estás espeso, ¿eh hermanito? –se rio Hans. –Es muy simple.
Verás, esa bestia es alguien de costumbres, ¿verdad? No podrá matar a nadie si
no está en el callejón adecuado o con la víctima adecuada. Hay que localizar a
la próxima víctima y ponerla a cubierto… Y luego, crear un señuelo.
Zack se quedó pensativo un rato, mirando al infinito. Su
hermano sabía que estaba pensando, así que no le molestó. En determinadas
ocasiones, Zack era realmente lento…
Hans casi se había olvidado de su hermano mientras sostenía
la cuchara de madera.
-¡CLARO! ¡ERES BRILLANTE HANS!
El pobre rubio dio un bote que hizo que la cuchara saliera
volando.
-¡No me des esos sustos, melón! –Hans fue a por la cuchara y
le dio un golpe a su hermano con ella con todas sus fuerzas.
-Perdona, me había quedado absorto… -dijo el moreno
disculpándose y frotándose la cabeza, menudo golpe le había dado… -Mira, es un
plan brillante. Saldremos de aquí una hora antes y custodiaremos la zona.
Tendremos ese callejón y los cercanos vigilados. A la primera chica rubia que
se acerque, la alejamos de ahí. Y luego… sobre el señuelo…
-Si, tengo que admitir que no había pensado en ello, lo he
dicho porque parecía una buena idea, pero no se me ocurre que… -Hans dejó de
hablar, el modo en como le miraba su hermano no le gustaba nada. Los ojos del moreno
se iluminaron y su hermano supo en qué estaba pensando.
-¡Ah no, eso si que no! ¡Tú alucinas! ¡Ni hablar! –Hans se
alejó de ahí con paso decidido.
-Venga, ¡si ha sido idea tuya! –dijo su hermano
persiguiéndolo. –Además, yo no puedo hacerlo, ¡no soy rubio!
-Una cosa es atrapar a un asesino, ¿pero travestirme para
eso? ¡Tú estás loco!
-Hay que sacrificarse por el equipo, hermanito. Además, solo
será un momento, hasta que le tengamos donde queremos… y luego acabamos con él.
Hans le miró escéptico y se encerró en su habitación. Zack
sabía que no estaba enfadado, simplemente lo estaba considerando. Se encogió de
hombros y fue a la cocina a acabar de hacer la comida.
Hans se cruzo de brazos y piernas sentado en la cama, con los
ojos cerrados, pensativo. Su hermano debía estar de coña, ¿verdad? ¿Cómo iba a
hacerse pasar por una chica? Era rubio si, pero era musculoso y se veía a la
legua que era un chico… Pero… Lo harían de noche, y si Tryzz le ayudaba…
Dioses, ¡no! Sacudió la cabeza. Era demasiado vergonzoso. Pero, realmente, era
un buen plan, y necesitaban algo para pillar a ese triple asesino…
-¡AAAAAHHH! ¿PORQUÉ A MI? –Hans exhaló un grito que resonó
por toda la casa. Se dio un par de cabezazos contra la pared y empezó a
revolverse el pelo con las manos mientras se revolvía en la cama, sin saber qué
hacer.
Zack, por su parte, terminó de hacer la comida y puso la
mesa. Cogió un libro mientras esperaba a que Tryzz bajara a ducharse.
Al cabo de media hora, la escuchó. Bajó y se encaminó a la
ducha. Fue una ducha rápida, solo para quitarse el sudor de haber entrenado. Se
había recogido el pelo en un moño y ya se había lavado la cabeza esa mañana. En
cinco minutos, estaba fuera de la ducha.
Cuando ya se había vestido, la comida estaba en la mesa y los
tres sentados alrededor. Los hermanos Hanzo, los cuales podían comunicarse
telepáticamente, discutieron si contarle el plan a Tryzz o no. Al final, se lo
contaron.
-¡Jajajajajaja! ¡Por todos los dioses, si! ¡Hay que hacerlo!
–Tryzz se rio tanto que se cayó de la silla y seguía riéndose a carcajada
limpia en el suelo.
-Pero bueno, ¿tú en qué piensas? –dijo Hans enfadado.
-¡En que nunca tuve una hermana pequeña! –dijo Tryzz,
arrancando a reír nuevamente. Eso hizo que Zack se riera también.
-¡Venga ya! ¡Callaos, bocazas! ¡¿Es muy fácil reírse si no
tenéis que hacerlo vosotros, verdad?!
El moreno y la chica se miraron, tratando de sosegarse.
Cuando lo consiguieron, Tryzz habló:
-Bueno, pongámonos serios. Dejando de lado la broma evidente,
es un plan brillante. Venga Hans, si esto sale bien, te hago el plato que tu
quieras para celebrarlo –dijo Tryzz guiñando un ojo.
El rubio se quedó pensativo. Tryzz cocinaba bien cuando se lo
proponía, y solo sería durante un rato, mientras le acorralaban…
-Bueno listillos, ¿y como se supone que vamos a hacerlo? Seré
rubio, pero se nota a la legua que soy un chico.
-Oh cielo, ¡nunca subestimes a tita Tryzz! Antes de ser
usuaria, he hecho más cosas… ¿No os habéis fijado que tengo un armario enorme
en el baño? Pues ahí guardo mis cosillas para hacer magia –dijo Tryzz esbozando
una gran sonrisa.
Se encaminaron los tres hacia el cuarto de baño. Hans se
sentó en la taza mientras que ella abría el gran armario. Sacó un enorme
maletín.
-Lo primero es lo primero. Tienes la piel fatal cielo, ¿te lo
he dicho nunca? –Tryzz le puso una especie de turbante, (pues el pelo le tapaba
la cara) y empezó a aplicarle potingues.
-Oye oye. Tiene un pase que tú me veas, porque eres tú quien
me va a hacer… lo que sea que vayas a hacer. Pero quiero que Zack se largue,
esto ya es suficientemente humillante…
-¡No! ¡Yo quiero ver! –dijo el moreno, como un niño que
quiere entrar en una tienda de juguetes.
-El rubiales tiene razón nene. Estás disfrutando demasiado
con esto. Vete a la cocina y recógela, ¿quieres? –dijo Tryzz en un tono
autoritario.
-¡Pero…! –Zack empezó a protestar, pero con ella eso no
servía de nada.
-Zack. Recoge la cocina –cuando ponía ese tono, daba miedo.
-S-si… Zack se alejó temblando, realmente daba miedo.
Tryzz suspiró. No quería haber sido tan brusca, pero no le
había dejado alternativa. El rubio la miró con aires de culpabilidad y algo
preocupado.
-Tranquilo. A él también le prepararé algo que le guste –dijo
poniéndole la mano en el hombro.
Tryzz siguió trabajando. Le aplicó un segundo y un tercer
potingue, mientras que Hans se limitaba a cerrar los ojos y a dejarla hacer.
-Bueno, esto es otra cosa. Tu piel está muchísimo más fina…
Como que te has duchado esta mañana, tendrás el pelo limpio, ¿verdad? –el
rubiales asintió. –Pues bien, es la hora de… ¡cha-chán! –dijo toda feliz
mientras sacaba algo de la bolsa.
-¿Y esto qué demonios es? –señaló Hans, escéptico.
-Esto, mi buen amigo –dijo ella mientras le quitaba el
turbante y le peinaba –se llaman extensiones. Estas en concreto son de cortina,
por lo que podremos hacer que parezca que tienes el pelo largo y además, son
del mismo tono que tu rubio. Perfecto.
-Oye, ¿por qué tenías extensiones del mismo tono de color que
mi pelo?
-Ah, ¡jamás lo sabrás!
Giró a Hans para ponerse detrás de él y se las colocó con
unas pinzas que las propias extensiones llevaban. Le volvió a peinar.
-Vaya, ¡menuda señorita!
Hans se miró al espejo con miedo. Vaya. Si alguien le miraba
de lejos, si que parecía una chica.
-¡Te dije que no me subestimaras, querido! ¡Tita Tryzz es maga!
Pero… tus músculos… se ven demasiado…
Cogió unas vendas del armario y empezó a vendarle los brazos
a la par que apretaba las vendas.
-Si las aprieto demasiado dímelo. Tengo que apretarlas lo más
fuerte que pueda.
-Tranquila, puedo aguantarlo.
-Tienes suerte de no ser peludo cielo. Si no, tendrías que
conocer a mi buena amiga la cera.
La cara de Hans palideció. Si bien no se había depilado
antes, sabía muy bien lo que era
Tryzz se marchó para ir a buscar ropa. La suya no le valdría,
Tryzz era muy pequeña. Pero seguramente si que le valdría algo de su madre. Si,
algo serviría.
Empezó a rebuscar en el armario donde había puesto toda la
ropa de sus padres. Vio algo perfecto: Un vestido negro, largo y con mangas,
perfecto para la ocasión. Se le encendió la lucecita y cogió un par de cosas
más.
-Ya estoy aquí, querido. He encontrado algo que nos va a ir
de perlas. Pero antes… -le tiró algo.
-¿Y esto que se supone que es?
-Esto son medias de compresión –dijo ella sonriendo. Y
tendrás que aprender a andar con esto… -dijo mientras le enseñaba unos tacones.
El pobre Hans
palideció más todavía. –Debes estar de broma, Tryzz.
-Puede que esté sonriendo, pero te aseguro que hablo muy
enserio. Ponte las medias y te enseñaré a andar con tacones.
-Como esto no sirva para pillar al monstruo ese… -dijo con
resignación mientras se ponía las medias.
-Verás como le cogemos. Ponte los tacones, venga.
Dejó al rubio mirando a los tacones con cierto asco mientras
ella iba a buscar unos suyos.
De camino a su habitación se encontró con su moreno favorito.
Sonreía demasiado.
-Primera advertencia, señorito. Una sola risa, una sola
burla, y haré que te arrepientas de ser mi arma. ¿Me he explicado bien, Zack
Hanzo? –dijo Tryzz empleando su tono más serio y autoritario.
Si Zack ya era pálido, ahora parecía que fuera uno con la
pared del pasillo, blanca inmaculada.
-C-claro… N-no hace falta que…
-¿¡ME HE EXPLICADO BIEN?! –alzó un poco la voz.
-Si, Tryzz –el moreno sabía que cuando se ponía así, lo único
que podía hacer, era acatar la orden sin chistar.
-Eso pensaba yo –su expresión se relajó y sonrió un poco. –Ve
pensando en qué querréis que os prepare. Si esto sale bien, ¡tendremos un
festín por todo lo alto! –dijo mientras se alejaba hacía su habitación.
Zack también se relajó y sonrió. Mmm, ¿qué podría pedirle?
Algo que le saliera muy bien, algo que hiciera tiempo que no preparaba… Habría
que pensarlo bien, ocasiones como esta no se presentan todos los días… Ya lo
pensaría luego, lo primero es lo primero.
Por su parte, Hans y Tryzz estaban en uno de los largos
pasillos, tratando de enseñar al pobre rubio a andar con uno de esos infernales
zapatos de tacón.
-¡Venga querido, no es tan difícil! ¡Fíjate bien! –dijo la
chica desde la otra punta del pasillo. Caminó hasta donde estaba el rubio, que
ya se había caído un par de veces de bruces.
-Vamos a pensar en otra cosa Tryzz, esto es imposible… -dijo
el pobre Hans, que estaba muy cansado.
-Hans Hanzo, he amenazado a tu hermano si llega a reírse,
¡así que súbete a esos zapatos y camina!
Suspiró. Volvió a subirse a esos tacones y se tambaleó. Esta
vez, Tryzz se puso delante de él y le cogió las manos, como cuando enseñas a
andar a un bebé. Eso dio mejores resultados.
-¡Eso es! ¡Muy bien grandullón! ¡Así se hace! –Tryzz pensó
que si le alentaba, le pondría más ganas. Y no se equivocaba. Llegaron al final
del pasillo. Se giraron y volvieron a intentarlo. Esta vez, Hans no se
tambaleaba tanto, pero todavía sujetaba las manos de la chica. Tras un par más
de idas y venidas, el rubio ya no se aguantaba, pero se tambaleaba un poco. A
los 15 minutos, caminaba como una persona normal. Y 5 minutos después, ya le
pilló el truco a andar con gracia.
-¡Ya lo tienes chico! ¡Estás hecho un crack, Hans! –por fin,
tanto practicar había dado sus frutos.
Se quedó practicando unos 5 minutos más, para asegurarse de
que de verdad lo haría bien.
Todo estaba en marcha. El señuelo estaba listo, y ella había
practicado hasta la saciedad.
-¿Cómo lo lleva? –pregunto Zack, cuando salió del pasillo.
-Más que bien. Ya lo verás luego. Esta noche, el alma de esa
bestia será nuestra.
Chocaron las manos. Solo faltaba esperar.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)