viernes, 19 de abril de 2013

Soul Hunter: 6


CAPÍTULO 6

Tryzz se revolvía incómoda en la cama, una terrible pesadilla la acechaba. Su subconsciente no dejaba de recordarle una y otra vez como el triple asesino había conseguido pillarla desprevenida y casi la ahorcaba. Dolía, no podía respirar. Se despertó llorando. Había pasado mucho miedo. Gracias a los Dioses que sus chicos siempre estaban ahí. Era perfectamente capaz de luchar cuerpo a cuerpo, pero aun así…
Durante un instante, un recuerdo fugaz pasó por su mente. Por un segundo, pensó en rendirse. Echaba de menos a sus padres y pensó que si se rendía, volvería a verles. Pero el grito de Zack empuñando a su hermano le devolvió a la realidad y recordó que precisamente por ellos, no podía rendirse. Por sus padres, por sus chicos… Debía seguir adelante.
Volvió a tumbarse en la cama, pero le fue imposible conciliar el sueño. Salió de la cama enfurruñada y resignada. Se tapó con su batín y se fue a la cocina para prepararse un tazón de leche calentita.
Se sirvió leche hasta arriba y le añadió cacao. Bastante. Esbozó una sonrisa. Le encantaba el chocolate. Todavía tenía los ojos medio cerrados, así que la cuchara se resbaló y cayó al suelo, haciendo ruido. Cerró los ojos fuertemente, esperando no haber despertado a los chicos, que se merecían un buen descanso. Pero no hubo suerte. Al rato, el rubio salió de su habitación bostezando y rascándose la nuca.
-Perdona, ¿te he despertado…? –Tryzz le miró con aire arrepentido.
Hans negó con la cabeza. –Tranquila, hace un buen rato que me he desvelado.
La chica suspiró aliviada. Volvió a su tazón, luego miró al chico. -¿Quieres uno? –le mostró una de sus sonrisas más dulces. Hans asintió con una gran sonrisa mientras se dejaba caer en el sofá.
-Oye… -Tryzz empezó a hablar mientras preparaba otro tazón de leche como suyo. Les gustaba la leche del mismo modo, en eso eran iguales. –Esta noche has estado genial, Hans. Gracias por todo.
Puso los tazones a calentar. El rubiales se soltó una suave carcajada. El microondas pitó, avisando de que ya estaba y la chica cogió los tazones con cuidado y le dio el suyo a Hans.
-Tryzz, somos un equipo, ¿verdad? Estamos juntos en esto –alzó su puño, victorioso.
La chica asintió y soltó una risita. Era cierto, eran un equipo. Bebió de su tazón, dejando que la calidez de la leche y la dulzura del chocolate la invadieran y la calmaran. El rubio hacía lo mismo. Se terminaron el tazón sin decir nada más, algo más tranquilos. Hans llevó los tazones hacia el fregadero. Tryzz se había quedado recostada en el sofá, a punto de dormirse.
-Oye, bella durmiente, vete a la cama –Hans la sacudió suavemente. La chica abrió los ojos, fastidiada. Extendió el brazo, dándole a entender al rubio que le ayudara a levantarse. Captó el mensaje y le ayudó. La chica se llevó una mano al cuello, instintivamente, frotándolo con suavidad.
-¿Te duele? –preguntó él. Ella asintió levemente. –Déjame ver, anda… -le echó un vistazo y puso mala cara. -Te quedará marca durante varios días, pequeña. Menuda bestia…
Asustada, Tryzz corrió al cuarto de baño para mirarse el cuello. Hans la siguió, algo preocupado. Se miró en el espejo y… ¡Qué horror! Tenía el cuello enrojecido y algo hinchado, y se veían claramente las marcas de la cuerda. Al verlas, recordó lo sucedido y se echó a llorar en los brazos de su rubio.
-Hans… Estaba asustadísima… No podía moverme… -El pobre la abrazaba sin saber qué decir ni qué hacer. –E incluso, por un segundo… pensé en abandonar…
-Eh. Eso nunca, pequeña. –La estrechó fuerte entre sus brazos. -¿Recuerdas el día que nos conocimos? ¿Recuerdas que nos dijiste, eh? Nos miraste muy seria y dijiste: “Nunca perdáis la esperanza, chicos. Siempre…
-Siempre habrá alguien que se preocupe por vosotros, nunca estaréis solos –ella terminó la frase.
-Eso es. Pues bien, no pierdas ahora tú la esperanza, Tryzz. Zack y yo estamos a tu lado, pase lo que pase.
La chica se emocionó al oír aquello, sus ojos volvieron a inundarse de lágrimas. –Es que… ¡les echo mucho de menos…! –El chico sabía que se refería a sus padres, aunque no dijera nada. -¡Pensé que podría volver a verles…! –su llanto se hizo más fuerte.
-Tryzz… Los que se han ido no pueden volver. Lo sabes tan bien como lo sabemos mi hermano y yo. Pero… -le acariciaba el pelo tratando de calmarla –no estamos solos. Nos tenemos los unos a los otros. Tenemos a los chicos de la sociedad. Y por los que se han ido, por aquellos que han caído, por ellos hay que seguir… porque nunca tendrán esa oportunidad, y hay que aprovechar cada segundo, el tiempo es oro. –Le levanta la cabeza para que le mire y se pone serio –Así que no quiero que vuelvas a pensar en algo así. ¿Qué dirían tus padres si te rindieras ahora, eh?
Aquello la hizo reaccionar. Hans tenía razón. Sus padres… Habían sido su mayor apoyo, siempre a su lado para lo que fuera. Y era gracias a ellos que muchas veces conseguía cosas que ni ella misma creía que podía llegar a conseguir. Sus padres siempre se habían sentido muy orgullosos de su hija. “Es muy valiente”, decía su padre. “Nunca se rinde”, decía su madre. ¿Qué pensarían si la vieran así…? ¡Se sentirían tan decepcionados…! Alzó la cabeza, con aquella determinación grabada a fuego en sus ojos que la caracterizaba y sonrió.
-Gracias, Hans. Estás que te sales hoy –le dio un codazo amistoso.
Él negó con la cabeza esbozando una de sus particulares sonrisas. El rubio tenía una de esas sonrisas capaces de iluminar incluso al más oscuro y corrompido de los corazones.
-Para eso estamos, encanto. Y ahora a dormir. Mañana nos toca descansar, pero aun así no nos conviene estar despiertos a estas horas…
La chica asintió y tras darle las buenas noches, pudo conciliar el sueño con tranquilidad.
Pero el rubio no tenía tanta suerte. Se volvió a su habitación, dónde su hermano dormía tranquilamente. Al rato, el moreno empezó a murmurar en sueños. Hans sintió curiosidad. Mediante la telepatía se metió en su mente para ver con qué soñaba. ¡Qué sorpresa, justo cuando había estado hablando de eso con ella…! Pudo verse a sí mismo y su hermano hacía un tiempo, en la calle y empapados. Eso era cuando hacía poco más de dos semanas que lo habían perdido todo. Llevaban una semana en la calle y más de tres días sin comer. La gente les miraba con carita de pena, murmuraban “pobres niños”, pero no se molestaban en ayudarles. Una súbita lluvia empezó a caer de repente, implacable, golpeando sin piedad. Se quedaron acurrucados entre dos grandes cajas de madera, el uno junto al otro… Su hermano soñaba con el día que conocieron a Tryzz.

lunes, 8 de abril de 2013

Ese día...

Vueltas y más vueltas... Los humanos somos caprichosos y cabezotas por naturaleza, y cuando algo no nos gusta, solemos darle más vueltas de la habitual, porque nos parece imposible que algo no pueda salir como habíamos previsto.
"¿Porqué? Si tendría que haber salido bien... Todo estaba planeado"
Pues algún error debiste cometer, las cosas son así. 

Y nos negamos a aceptar la realidad. Seguimos negando lo evidente, protegiéndonos. Lo que no vemos es que, de este modo, solo conseguimos hacernos más daño. Así que, echamos a correr, huimos porque no podemos con los hechos, caen sobre nosotros con demasiada crueldad.

Pero, llega un punto en el que hemos corrido tanto, tan lejos, que no sabemos dónde estamos ni quienes somos. Cada cual tiene sus valores y sabe como es... pero es en ese momento cuando te lo cuestionas todo.  "¿Realmente soy así de cobarde? Voy a seguir huyendo de la realidad toda la vida?"

Entonces, tratas de enfrentarte a todo eso. Coges aire, le echas valor... Y vuelves a huir, sintiéndote incapaz de todo. Y, esto es un círculo vicioso que cuesta romper.

Sin embargo, llegará un día en el que, sorprendentemente, no te costará aceptar la realidad. Todo será mucho más sencillo. Cuando llega ese día, sabrás que has crecido, que has madurado y que, por supuesto, sin lugar a dudas, te has hecho más fuerte.

Lo malo es que para que llegue ese día tendrás que llevarte muchísimas decepciones antes. Deberán romperte el corazón en incontables ocasiones, te llevarás las palizas psicológicas más duras que jamás conocerás, recibirás puñaladas desde donde creías que jamás podrías recibirlas...

Pero cuando ese día llegue, estarás preparado para lo que sea.

Well, here I am. I wonder when this day will come for me. I even deserve it? Who knows? But minewhile, I'll wait, 'cause the life will not let me fall again...

martes, 2 de abril de 2013

Soul Hunter: 5


CAPÍTULO 5

Cenaron con calma y tranquilidad. Todos necesitaban cierta concentración, algunos más que otros. Tryzz acabó de darle los últimos retoques a Hans, quien estaba hecho un flan.
-Creo que he olvidado como caminar. Y no me refiero solo a los tacones. Creo que lo he olvidado todo.
-¡No seas bobo! Lo harás muy bien. Has practicado duro esta tarde. El resto déjamelo a mi. Esa sabandija no se nos escapará.
Le maquilló un poco, solo para que no se notara tanto esa expresión dura de chico.
Salió del baño para encontrarse con Zack:
-Recuerdas lo que te he dicho antes, ¿verdad? Va muy en serio Zack. Tu hermano ha hecho un esfuerzo descomunal. Espero lo mismo por tu parte.
El moreno asintió. Ya se había mentalizado de ello, pero no sabía la impresión que le daría ver a su hermano de ese modo. Aun así, se jugaba mucho si se reía…
Era la hora.

Salieron de su casa dos horas antes de la hora establecida, para llegar al lugar con tiempo.  Peinaron y rastrearon la zona. Al cabo de casi una hora, vieron una chica rubia. Parecía algo asustada y miraba alrededor con los ojos muy abiertos. Tryzz se dio cuenta de ello.
-Hola. ¿Esperas a alguien? –esbozó una de sus más amplias sonrisas.
-Pu-pues si…
-Mira, sé a quién esperas. Es mejor que te vayas. No te conviene estar por aquí…
-¿Sa-sabes quién es…? –no daba crédito a sus oídos.
-No debes estar aquí. Huye mientras aún estés a tiempo.
-¿Quiénes sois…?
-Somos de la sociedad de almas. Este no es un lugar seguro. Vete a tu casa, ahí no podrá hacerte nada.
-¡La sociedad de almas…! –Era una sociedad famosa, conocida en casi todo el mundo. La chica palideció y salió de ahí corriendo como alma que llevaba el diablo. –¡Gracias! –se pudo oír su voz débilmente mientras se alejaba. Tryzz esbozó una sonrisa. Realmente, disfrutaba de su trabajo. Ahora solo quedaba esperar…
Cuando se acercaba la hora, empezaron a oír pasos. Tryzz miró seria a Hans. Habían trabajado muy duro para ese momento.
-Es la hora, rubito. Ya sabes qué hacer… ¡Que empiece el espectáculo! –Zack y Tryzz fueron a esconderse mientras que Hans se dirigía al callejón en cuestión. Zack se fijó en su hermano. Realmente, si no sabías quien era, parecía una chica…
-In-increíble… Tryzz, realmente sabes hacer magia… ¿Cómo has conseguido que…? –hablaba en susurros.
-Insensato, te dije que no me subestimaras –esboza una sonrisa. Dejan de oír los pasos. Dirigen su mirada hacia el callejón y vieron a un hombre parado de pie mirando a Hans, que estaba de espaldas. Zack se puso muy recto.
-Tryzz, es él. Siento la energía que desprende. No hay duda. Estamos ante el triple asesino.
Ella se limitó a asentir y a sonreír.
-A mi señal, Zack –el interpelado asintió y observaba la escena.
-Hola guapa. Soy quién te ha hecho venir. ¿Me esperabas…? –la asquerosa voz de aquella bestia inundaba el callejón.
-Hola, señor. Le estaba esperando, en efecto. –Hans puso voz de falsete con la esperanza de que sonara más aguda. Consiguió engañarle.
-Verás, preciosa… -le puso una mano en el hombro y le hizo girarse. Al verle, su expresión de pederasta cambió al completo horror.
-Tú… ¡Tú eres un tío! –se dispuso a marcharse, pero Hans se lo impidió. Le agarró por el cuello con el brazo, el cual se convirtió en el fino filo que era su espada.
-Oh, ¿A dónde crees que vas?
Tryzz hizo un movimiento de cabeza. Zack se transformó en silencio y sin hacer ruido, acorralaron al triple asesino por detrás.
La bestia consiguió zafarse, llevándose un corte considerable en la cara. Se disponía a huír, cuando Tryzz le barró el paso, con Zack en su mano.
-Oh, ¿se va a ir tan pronto? –esbozó una sonrisa burlona. Acto seguido se puso seria. -¡Triple asesino! Soy la usuaria de las katanas de la muerte japonesas, Tryzz. Y esta noche, ¡me quedo con tu alma!
Al instante, Hans se transformó, ante la atónita mirada del asesino y se puso en la mano libre de la chica. Les empuñó como solo ella sabía hacerlo y antes de que tan siquiera pudiera reaccionar, se abalanzó sobre él, propinándole una serie de severas estocadas que el asesino esquivaba con dificultad. Por desgracia, el asesino era rápido, y consiguió huír. Tryzz salió disparada tras él, sin perderle la pista en ningún momento. Es rápido, pensó ella. Igual que el profesor… Esbozó una sonrisa y aumentó la velocidad.
Pronto se encontraron de nuevo en un callejón. Sin duda, era una bestia de costumbres. La esperaba. Se puso a dar vueltas a su alrededor. Era condenadamente veloz. En un descuido, consiguió ponerse tras ella. Sin perder un segundo, puso su cuerda en su cuello y empezó a tirar, con la clara intención de ahorcarla.
-No debiste meterte dónde no te llaman. Condenada sociedad… No eres mi tipo pero… ¡contigo haré una excepción! –tiró de la cuerda con más fuerza.
Tryzz soltó a las espadas para llevarse las manos al cuello, tratando de separar la cuerda de su cuerpo. Era muy fuerte, la tenía bien agarrada. Su cuerpo se paralizó y no podía hacer nada. Zack se destransformó y cogió a Hans. Le asestó una fuerte estocada en el estómago, hundiendo el filo de su hermano en sus asquerosas tripas. El tipo soltó el agarre, gritando de dolor y llevándose las manos a la barriga y Tryzz cayó al suelo, tratando de recuperar la respiración. Hans volvió a su forma humana también para ayudarle a levantarse. Se levantó como pudo, el tipo seguía en el suelo, retorciéndose de dolor.
-¡Zorra…! ¡Me las pagarás…! –trató de levantarse, pero no pudo.
-Déjame que lo dude. –alzó las manos y sus chicos volvieron a sus formas de espada rápidamente. Cortó la cuerda en dos. El pobre diablo se puso a gritar como si le hubieran partido las piernas. Puso un pie en su horrenda entrepierna y pisó con fuerza. Se puso a gritar como un cerdo. Disfrutó de esa expresión durante un segundo. Acto seguido, cruzo sus espadas en alto.
-Triple asesino, ¡he dicho que me quedo con tu alma! –Clavó ambos filos en su corazón, matándolo al instante.
Sacó las espadas. El cuerpo del asesino empezó a desfigurarse, formando líneas rojas y negras. Al final, solo quedaba su alma, levitando. Tryzz suspiró aliviada. Seguía algo dolorida, así que apenas terminó el combate sus piernas le fallaron y se dejó caer en el suelo. Los chicos volvieron a sus formas humanas, preocupándose por ella.
-Tryzz, ¿estás bien? –la chica respondió asintiendo con la cabeza, tosiendo todavía y llevándose las manos al cuello. Con un leve movimiento de cabeza, señaló el alma y luego miró a Hans.
-Rubio… Te la has ganado –sonrió débilmente.
El rubiales esbozó una amplia sonrisa. Cogió el alma entre sus manos y empezó a apretar hasta que se introdujo en él. Una suave luz roja le envolvió durante un segundo.
-¡Si! –exclamó Zack contento. ¡La actuación de esta noche ha sido todo un éxito!
Los tres sonrieron. Tryzz trató de ponerse de pie, pero Hans la cargó en su espalda y se fueron hasta el apartamento. Por el camino, Zack se dio cuenta de que su querida usuaria se había dormido.
-Pobre. Está agotada… -sonríe. –Buen trabajo el de hoy, hermanito. Has estado sensacional. Te dije que saldría bien.
-Ha sido un trabajo en equipo –le guiñó un ojo.
Al llegar, acostaron a Tryzz. Zack ayudó a su hermano a quitarse toda la parafernalia que llevaba encima y nada más acostarse, se durmieron enseguida, agotados pero con una sonrisa en sus labios.